El nuevo estudio de Endeavor Brasil analiza cómo la salud mental impacta en la performance de los fundadores de startups y scaleups, y por qué cuidar el bienestar es clave para la sostenibilidad del ecosistema.
Emprender transforma economías y genera un impacto multiplicador en empleo, innovación y competitividad. Pero detrás de los logros también se esconde una realidad poco visibilizada: el costo que la rutina emprendedora puede tener en la salud mental de quienes lideran startups y scaleups.
Con este propósito, Endeavor Brasil, en colaboración con BID Lab, Flourish Ventures y ANDE, realizó el primer estudio en el país sobre salud y performance de fundadores de empresas de alto impacto. El trabajo se conecta con el informe regional El factor invisible (BID Lab + The Wellbeing Project), que aborda el panorama del bienestar emprendedor en toda América Latina.
Qué revela el estudio
Los resultados son claros: la mayoría de los fundadores enfrenta altos niveles de estrés y condiciones de salud mental adversas que impactan en su desempeño y en la sostenibilidad de sus negocios.
El 64,4% de las personas emprendedoras trabaja más de 50 horas semanales, y cuanto mayor es la carga laboral, mayor es la percepción de estrés. A lo largo de su recorrido, el 94,1% atravesó al menos un problema de salud mental: la ansiedad es la condición más frecuente (85%), seguida por burnout (37%), depresión (21%) y ataques de pánico (22%).
Asimismo quedó demostrado que este fenómeno trasciende fronteras. A nivel regional, 6 de cada 10 emprendedores latinoamericanos presentan síntomas moderados de burnout y 3 de cada 10 muestran angustia psicológica severa, según los datos recogidos en el estudio.
El impacto no se limita al plano individual. Ocho de cada diez fundadores reconocen efectos en su vida familiar y personal, mientras que la soledad y la falta de espacios para compartir desafíos siguen siendo obstáculos comunes.
El estudio confirma algo que algunos fundadores se animan a reconocer en carne propia: emprender puede ser un camino solitario, exigente y emocionalmente desafiante. La presión constante por alcanzar resultados, sostener equipos y liderar en contextos inciertos suele poner a prueba incluso a los más experimentados.
“Ser emprendedor es desmoralizante. Uno tiene que partir de esa base. Hay muchos momentos de frustración y de incertidumbre, pero la clave está en seguir corriendo: gana el que sigue corriendo”, sostiene Máximo Cavazzani, fundador y CEO de Etermax en un episodio de Mindset Emprendedor de Endeavor Argentina.
En la dimensión de género, las diferencias son notorias: las mujeres emprendedoras reportan mayor frecuencia de ansiedad (88,2% frente a 84,8% en hombres), ataques de pánico (29,4% frente a 20,2%) y una percepción más alta de estrés (76,5% frente a 54,5%). Además, casi la mitad (47,1%) identifica los sesgos de género del ecosistema como un factor que agrava las tensiones.
Factores que más pesan
El estudio clasifica los principales desencadenantes de estrés en tres categorías que ayudan a entender cómo distintas presiones confluyen en la vida del founder:
- Externos: situación financiera del negocio (60,2%), captación de recursos (35,6%) y contexto económico del mercado (20,3%).
- Internos: miedo al fracaso (29,7%), presión por las expectativas y dificultad para equilibrar vida personal y profesional.
- De rutina: jornadas extensas y la dificultad de “desconectarse” del trabajo.
Qué ayuda a contrarrestar el desgaste
Aunque las fuentes de estrés son múltiples, el estudio también identifica hábitos y prácticas que contribuyen al bienestar y al rendimiento sostenido. Entre quienes las adoptan, los síntomas de ansiedad, pánico e insomnio son menores, incluso trabajando la misma cantidad de horas.
En esa línea, algunas compañías comienzan a asumir un rol más activo en el bienestar de sus equipos. Es el caso de Winclap, Mariano Sáenz, su cofundador y CEO explica: “Creamos un área que llamamos WeCare para que nadie pierda de vista su totalidad como persona. El trabajo no debería sacarte de tu vida, sino combinarse con ella. Si desde que te sumaste a la compañía no sos un mejor amigo, hijo o pareja, entonces algo no está funcionando.”
Las prácticas más frecuentes son:
- Estilo de vida saludable: ejercicio, descanso adecuado y alimentación equilibrada.
- Conexiones sociales: mantener lazos con familia, amistades y redes de pares.
- Apoyo profesional: acompañamiento psicológico o psiquiátrico, y coaching.
- Espiritualidad o meditación: como espacios de calma y reflexión.
Un llamado al ecosistema
El bienestar no es solo una cuestión individual: también es un factor de competitividad. Un fundador saludable puede sostener decisiones más acertadas, equipos más productivos y una cultura organizacional más sólida.
Sin embargo, hablar de salud mental sigue siendo un tabú. Más de la mitad de los emprendedores encuestados considera que persiste un estigma alrededor del tema. El estudio invita a acelerar un cambio cultural que involucre a todos los actores del ecosistema —inversores, aceleradoras, organizaciones de apoyo y comunidades emprendedoras— para crear entornos seguros, promover conversaciones abiertas y fomentar redes de pares que acompañen cada etapa del camino emprendedor.
En pocas palabras, los datos muestran que emprendedores saludables construyen empresas más sostenibles y equipos más productivos. Y que el desafío no es solo personal: requiere una transformación colectiva para poner el bienestar en el centro de la estrategia emprendedora en América Latina.