Matemático, hacker, fundador serial, Emprendedor Endeavor y hoy referente global en tecnología espacial, su recorrido combina obsesión por aprender, una curiosidad infinita y una convicción profunda: el futuro de la humanidad está afuera de la Tierra.
Emiliano Kargieman lleva más de dos décadas empujando los límites de lo posible. En este episodio de Mindset Emprendedor, comparte las ideas, principios y aprendizajes que moldearon su forma de construir —y que hoy inspiran a quienes están diseñando las compañías del futuro.
A lo largo de su carrera, Kargieman desafío varias veces las probabilidades. Primero lo hizo con Satellogic, la empresa con la que transformó la industria espacial con sus nanosatélites. Ahora vuelve a hacerlo desde la Patagonia, liderando el proyecto Stargate que apunta a construir un data center de inteligencia artificial con la misma visión que lo caracteriza: anticipar lo que viene y construir los cimientos para hacerlo posible.
Cuando los límites se vuelven una invitación
Nada en la historia de Kargieman parte de la comodidad. Su camino está hecho de preguntas incómodas, sistemas que no funcionaban y una necesidad casi física de entender cómo mejorar lo que existía. Para él, el emprendedor es alguien que no tolera los límites. Como afirma en su charla con Endeavor: “Cuando hay un límite, se genera frustración. Los emprendedores son derribadores de obstáculos.”
Esa forma de mirar el mundo lo llevó al espacio. No desde la fantasía, sino desde un razonamiento directo: “La humanidad no tiene otra alternativa que ir hacia afuera del planeta.” Los recursos son finitos. Las necesidades humanas no. El espacio, entonces, no es un sueño: es infraestructura, economía y supervivencia.
Y mientras muchos ven ciencia ficción, él ve datos: “La economía del espacio ya es de 800 mil millones.” Una industria naciente, compleja, donde quienes se animen temprano tendrán la capacidad de definir reglas, tecnologías e incluso posiciones estratégicas en la próxima etapa de la humanidad.
Pero llegar ahí tuvo un precio. Su recorrido está hecho de múltiples fracasos, decisiones imperfectas y la misma disciplina que repite como mantra: “Lo importante es aprender qué podés mejorar para que este error no lo vuelvas a cometer.”
El fracaso no es caída: es método.
Empezar desde cero
Construir en el espacio implica inventar todo de cero: cómo diseñar, cómo fabricar, cómo financiar y cómo escalar proyectos que antes solo podían ejecutar gobiernos. Esa ausencia de referencia —ese vacío— es lo que más lo atrae.
Kargieman piensa en décadas, no en trimestres. Su mirada sobre el espacio no se limita a satélites o imágenes: contempla geopolítica, infraestructura y supervivencia en un planeta cada vez más condicionado. Habla de ciudades fuera de la Tierra, de la necesidad de llevar la industria donde están los recursos, de futuros data hubs orbitando el planeta. Cada una de esas ideas nace del mismo principio: cuestionarlo todo. Volver al origen. Reconstruir desde cero.
Es el mismo impulso que, incluso hoy, vuelve a aparecer en cada proyecto que emprende.
En un presente donde la innovación parece acelerarse más rápido que nuestra capacidad de comprenderla, su historia es una invitación a mirar más lejos: más allá de los límites, más allá de la Tierra, más allá de lo posible hoy.
Para los emprendedores, queda una certeza: el futuro no se espera, se construye. Y empieza cuando alguien se anima a hacer la pregunta que nadie más está haciendo.