De los primeros proyectos fallidos a liderar una compañía regional, la historia que demuestra que emprender es una maratón y que el verdadero error es no animarse.
Cuando se habla de emprender, muchas veces se piensa en historias de éxito inmediato. Sin embargo, la experiencia de Julián Gurfinkiel, cofundador de Turismocity, muestra otro camino: el de empezar, fallar, volver a intentar y, sobre todo, sostenerse en el tiempo hasta construir algo grande. Hoy, millones de personas en Latinoamérica utilizan su plataforma para buscar vuelos y hoteles al mejor precio, pero llegar a ese punto requirió años de aprendizajes y cambios de rumbo.
De los tropiezos al acierto
Antes de Turismocity hubo varios proyectos que no prosperaron. Julián nunca los vivió como fracasos, sino como pasos necesarios para llegar más preparado a la idea correcta. Esa mentalidad lo llevó a animarse a probar una y otra vez hasta dar con un modelo que funcionara. Lo que comenzó como un portal de descuentos terminó transformándose en un metabuscador de viajes, un giro que implicó aceptar que la primera versión no tenía el potencial esperado y que había que replantear el rumbo.
Con los pies en Argentina y la mirada en la región, Julián entendió que emprender es una carrera de largo aliento. “El éxito no se da de un día para el otro. Emprender es una maratón: gana el que se sostiene en el tiempo.” Esa visión lo ayudó a atravesar la incertidumbre del contexto local y, más tarde, a expandirse a otros mercados de Latinoamérica.
El valor de quienes te rodean
Detrás de Turismocity no hay un solo founder. Julián reconoce que la complementariedad con sus socios fue determinante para escalar y que no se puede avanzar lejos sin un equipo sólido. También destaca la importancia de la comunidad y el acompañamiento de la red de Endeavor. Recuerda, por ejemplo, el impacto de las palabras de uno de sus mentores de las primeras épocas, Luciano Nicora, board member de Endeavor, que guió a los fundadores en momentos decisivos.
Hoy, con Turismocity consolidado en la región, Julián mira hacia atrás y no se arrepiente de los intentos fallidos. Todo lo contrario: entiende que sin esos aprendizajes el proyecto difícilmente hubiera llegado a convertirse en lo que es. Su historia es un recordatorio de que emprender no es cuestión de acertar a la primera, sino de animarse a dar el paso, aprender rápido y seguir en movimiento.