Fracasar una y otra vez puede ser frustrante, pero también es el camino más real hacia el aprendizaje. Max Cavazzani, fundador de etermax comparte las lecciones que todo emprendedor necesita escuchar para no evitar el error, sino usarlo para crecer.
Emprender es mucho más que crear una empresa: es atravesar frustraciones, reinventarse, cambiar hábitos, tomar riesgos y aprender constantemente.
Max Cavazzani, el emprendedor Endeavor que fundó etermax y creó fenómenos como Apalabrados y Preguntados, sabe que emprender no es un camino recto hacia el éxito.
En el podcast Mindset Emprendedor, compartió su experiencia con una sinceridad poco habitual: fracasos, aprendizajes, ambiciones desmedidas y cambios personales forman parte de una historia en la que perder —una y otra vez— fue la base para empezar a ganar.
Estas son algunas de las lecciones más potentes que dejó:
Empezar con lo que uno tiene
Desde muy joven, Cavazzani supo qué quería. “Desde el primer día que empecé a estudiar, yo quería ser emprendedor”, afirmó.
Eso es común a muchos emprendedores, pero una gran parte espera a tener la idea perfecta, el capital necesario o el equipo ideal. Pero esperar suele ser una trampa. Emprender empieza con lo que se tiene a mano: tiempo, habilidades y convicción.
Max, en cambio, se lanzó a emprender desde el primer día, acumulando experiencias y aprendizajes. “Hice 10 emprendimientos antes del primero que me funcionó en la facultad. Solo, sin plata, con una computadora… tratando de hacer lo que sabía hacer”, recordó.
Emprender desde lo mínimo
Su plan inicial era simple y realista: trabajar solo hasta poder pagarle a alguien más. “Mi plan siempre fue: ‘soy un emprendedor con un solo empleado que soy yo, hasta que tenga plata para pagar el segundo. Si eso tarda 40 años, tardará 40 años, si tarda uno, tardará uno’. Y eso es lo que pasó”, explicó Cavazzani.
Así nació etermax, en un proceso marcado por la paciencia y la convicción.
Seguir corriendo, incluso cuando nada funciona
Emprender requiere perseverancia, incluso cuando no hay resultados visibles. Saber resistir es tan valioso como tener una buena idea.
Durante los primeros años en etermax, Cavazzani enfrentó una seguidilla de intentos fallidos. Probó con diferentes productos, modelos y asociaciones, sin resultados. Sin embargo, nunca dejó de avanzar.
“Desde chico entendí que esto era una maratón y que ganaba el que seguía corriendo”, señaló el emprendedor Endeavor. Y agregó: “Es desmoralizante ser emprendedor, así que uno tiene que partir de esa base”.
Para él, resistir el fracaso no fue solo una cuestión de aguante, sino una decisión consciente. “Elegí que cuando me fuese mal, me la iba a contar, y que era parte de la fortaleza”, aseguró.
Cambiar para crecer
Los cambios no son solo inevitables: son necesarios. El mercado cambia, los usuarios cambian y, sobre todo, el emprendedor cambia. Saber cuándo hacer un giro, incluso si eso implica abandonar una idea querida, es una habilidad crítica.
“Hacer Apalabrados fue una reacción a ‘vamos a hacer algo diametralmente diferente y ver qué pasa’. Y funcionó”, recordó el emprendedor.
Pero el cambio no fue solo estratégico: también fue personal. “En el mundo emprendedor es tan difícil y tan importante lo que tenés que hacer que todo lo demás no importa. No importa tu personalidad”, afirmó.
Un emprendedor, muchas veces, debe transformarse profundamente para poder avanzar. “La gente no cambia su personalidad porque es angustiante, pero cuando uno tiene algo más importante que el ego, eso hace que cambies. Eso solo puede hacer un emprendimiento”, reflexionó.
Hacer las cosas bien no siempre alcanza
Durante un largo tiempo, Cavazzani siguió todas las reglas y recomendaciones: procesos, validaciones, buenas prácticas. Pero el éxito no llegaba.
¿No sirve hacer las cosas bien?, entonces. Sí, sirve. Porque en el largo plazo aumenta las probabilidades de éxito. “Y una vez que llega, hay que entender por qué no llegó antes e intentar que la próxima tengas más chances”, explicó.
Perder para tener ganas de ganar
“Emprender hace que no te importe nada, que pruebes otras cosas”, recordó Max que se puso en situaciones impensadas, se arriesgó a ideas locas, simplemente porque su proyecto lo valía. “Yo me puse en un montón de lugares como emprendedor en los que jamás me hubiese puesto si no hubiese tenido algo tan importante como mi emprendimiento”, afirmó.
“Lo que te va cambiando son las ganas de ganar, y lo que da ganas de ganar es perder todo el tiempo. Es que todo salga mal”, explicó. “Cuando uno está tratando de hacer algo nuevo, salen nueve cosas mal y una bien. Entonces, uno quiere que esa bien esté, y darle todas las chances”, agregó Cavazzani.
No es perder, es aprender
A lo largo de su carrera, muchos juegos de etermax no funcionaron como esperaban. Algunos fracasaron por completo; otros, en cambio, encontraron éxito en lugares inesperados. “Uno piensa que está perdido cada vez que cicla, pero en realidad está aprendiendo”, aseguró.
Aunque el proceso es doloroso, para Cavazzani tiene un valor oculto: “Duele, se siente como perder, se siente frustrado, todo el mundo te dice ‘perdedor’, pero estás ganando poquito, y tenés que saber aprovecharlo, porque eso hace que puedas dar un salto que a veces es más grande de lo que pensabas”.
“Emprender es aprender”, concluyó. “Y aprender es separar todo, incluso el ego y yo mismo de lo que estoy haciendo para poder entenderlo bien y poder hacer lo que necesito para ganar”.
Ambición sí, equilibrio, también
El éxito, advierte Cavazzani, no siempre llega acompañado de claridad. Al contrario: “Lo que sube más que otra cosa no es el ego, sino la ambición”. Esa ambición, si no se regula, puede llevar a contratar sin límites, invertir sin freno o lanzar productos sin foco.
Por eso, es muy importante educarse en el proceso. “Si yo me estoy educando a mí mismo, en realidad estoy invirtiendo ahora porque soy menos productivo hoy para ser más productivo mañana. En las empresas pasa lo mismo”, explicó.
Cavazzani cierra con una advertencia realista: “No hay un camino al éxito, hay muchos caminos al fracaso. Y uno va aprendiendo esos caminos al fracaso e intentando, la próxima vez, tratar de no ir por ahí, y teniendo un poquito de suerte, tratar de encontrar oro”.